Cuando hablamos de aprendizaje cooperativo pensamos que su equivalencia lingüística podría ser la de «colaborativo», ya que cooperar significa, según la RAE, «obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin» y colaborar sería «ayudar y concurrir con otros al logro de algún fin».
Son dos términos utilizados indistintamente como sinónimos, pero debido a diferencias casi imperceptibles, no lo son.
El siguiente cuadro ilustra las principales distinciones entre un aprendizaje y otro:
Sin embargo, también comparten aspectos como la interacción, el intercambio de ideas y los conocimientos entre los miembros del grupo. Además, cobra especial relevancia el papel activo del alumno, como «descubridor» del conocimiento y «transformador» del mismo, a través de la interacción con el medio, con el fin de reconstruirlo y ampliarlo con las nuevas experiencias desarrolladas.
En esencia los dos tipos de aprendizaje tienden a que éste surja de una correlación activa entre el profesor y los estudiantes y entre estos últimos. Y, aunque, teóricamente difieren entre sí, tal y como puede observarse en el cuadro anterior, los dos son especialmente importantes en este nuevo modelo educativo, basado en la cooperación y el respeto, ya que ambos promueven la cultura de participación y colaboración, fundamentada en la aportación de ideas, el alto nivel de participación, el reconocimiento del valor de las propuestas de los demás y el intercambio de pensamientos.